El día 16 de noviembre se celebra el Día Mundial del Orgullo Rural para reivindicar y defender los derechos de las personas que decidimos vivir en los pueblos.
Desde el Centro de Desarrollo Rural Palancia Mijares queremos dar visibilidad a esta propuesta con un programa de actividades que permita dar voz a iniciativas y proyectos de dinamización local, y abrir espacios de reflexión alrededor del entorno rural como una oportunidad para el bienestar y la mejora de la calidad de vida.
Relatos colectivos, asociacionismo y participación, ocio inclusivo y buena vida, serán parte de la columna vertebral de un programa que busca fortalecer el sentido de pertenencia a un mismo territorio.
Esta iniciativa nació de la Plataforma Ciudadana Rural Minera, de la provincia de Teruel, creando como símbolo una bandera que recoge los colores los colores de la naturaleza: el azul del cielo; el amarillo del sol; el marrón de la tierra; el verde de los ríos y la vegetación; y el rojo de los minerales. Para darle universalidad, siete estrellas simulando la constelación de la Osa Mayor, la cual puede verse desde el mismo cielo, el que nos es común a tod@s.
Esta jornada invita a la reflexión de lo que supone vivir en las áreas rurales, demanda servicios equiparables a los que existen en las zonas urbanas, trabajando los estereotipos negativos, insta a respetar nuestro territorio y a poner en valor el patrimonio cultural y medioambiental, así como el capital humano que reside en nuestros pueblos.
Son muchas las ventajas que tenemos los que vivimos en un pueblo, como también lo son los retos a los que nos enfrentamos: la escasez de vivienda habitable, ausencia de diversificación económica, el deficiente trasporte público, así como el riesgo que supone para nuestra economía y sostenibilidad convertir los terrenos agrícolas y espacios naturales en macroproyectos fotovoltaicos, grandes plantas de biomasa, o líneas de alta tensión, que alteran el paisaje, la fauna y flora, a las personas que habitan cerca, así como afecta negativamente al desarrollo socioeconómico, especialmente al turismo y agricultura, dos de los sectores claves en nuestros territorios.
¿Y cuál es la recompensa de vivir en un pueblo? Principalmente nuestro entorno; mantenemos contacto constante con la naturaleza, respiramos una mejor calidad del aire, podemos observar las estrellas cada noche, disponemos de silencio, las relaciones sociales de vecindad no se han perdido como en las zonas urbanas y aparcamos debajo de casa; sin olvidarnos del acceso a los productos agroalimentarios de primera calidad en nuestras cooperativas y pequeño comercio.
Desde nuestro Centro de Desarrollo Rural Palancia Mijares, somos conscientes tanto de las dificultades como de las oportunidades y de las bondades de vivir en las comarcas del interior sur de Castellón, teniendo como objetivo trabajar la resiliencia desde “lo colectivo», respetando la idiosincrasia de nuestro territorio, sin renunciar a la innovación social.
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