Proponer e implementar propuestas que apunten al fortalecimiento comunitario es un indicador de que existe un interés por aportar al desarrollo local desde el punto de vista de impulsar mejoras sostenibles en el tiempo, y con capacidad de ser resilientes.
Tomar conciencia de que el desarrollo local y el fortalecimiento comunitario van de la mano, resulta clave para calibrar la brújula que oriente la proyección de acciones de carácter territorial desde entidades como los Centros de Desarrollo Local que buscan generar un impacto positivo en el territorio que acompañan, y que tengan un efecto realmente transformador en las poblaciones con las que trabajan.
PROYECTOS QUE SE AJUSTAN A LA REALIDAD DE CADA SITIO
Según la idiosincrasia y realidad de cada lugar, los CDR ajustan una propuesta diversa de actividades que siempre tienen algo en común: trabajo en estrecha relación con la población de las localidades donde actúan, y en contacto directo con
las personas.
Cada entidad, en su contexto de actuación, plantea proyectos de intervención que buscan mejorar la calidad de vida y el bienestar de la población con la que trabaja. De manera que se trata de propuestas coherentes que buscan transformar mejorando la realidad social de la zona en primer lugar. Dotar de herramientas, recursos y servicios es la acción directa que los Centros de Desarrollo efectúan. El impacto que se observa a nivel social y económico de los sitios es el reflejo directo de las acciones desarrolladas.
Proyectos con el objetivo puesto en colectivos tan diversos como la población mayor, infancia y juventud, migrantes, población reclusa, asociaciones, nuevos pobladores, mujeres, personas que buscan inserción laboral y emprendedores entre otros, constituyen espacios en los que, a lo largo de la implementación de las acciones y a raíz del trato directo con las personas destinatarias de las mismas, se va tejiendo un contexto que favorece la confianza, la mejora de la autoestima y el empoderamiento de las personas participantes. Todos estos elementos son ingredientes que revierten
en una mejor percepción de la persona sobre sí misma, se refuerza el sentido de pertenencia por tratarse de acciones implementadas en estrecha relación con el territorio y, en muchos casos, ayuda a fraguar colectivos más fortalecidos puesto que se trata de acciones en las que participan varias personas a la vez que forman parte del mismo grupo, población o comunidad.
DIVERSIDAD DE ACCIONES, UN MISMO RESULTADO: FORTALECER A LAS
POBLACIONES DESTINATARIAS CON IMPACTO COLECTIVO
Si bien los contextos son diversos, como también lo son los colectivos a los que se orientan las acciones y los propios proyectos que se desarrollan, todo confluye en el mismo punto: el fortalecimiento comunitario que ayuda a trascender dificultades, a desbloquear puntos de atasco en aspectos sociales y relacionales, y, en definitiva, a dotar de herramientas para una mejor gestión de los grupos sin que este sea un objetivo claro a la hora de definir las estrategias de actuación.
Lo cierto es que, a raíz de la devolución a suponen un agente clave en el fortalecimiento comunitario de las poblaciones en las que trabajan, lo cual avala la importancia del trabajo desarrollado. Esta conclusión es realmente importante en un
contexto como el rural en el que las iniciativas que ayudan a tejer lazos y a construir espacios de confianza mutua, son elementos fundamentales para contrarrestar el aislamiento y la distancia física entre las personas en algunos casos, y entre los núcleos de población en otros, lo cual genera dinámicas de recelo y competencia que no favorecen el desarrollo local.
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